por Javiera Rivas Fernandez (*)
Debo la cuota de ABC-DIN y no existe bendito día en que no
me llamen para recordarme que debo (como si uno no lo supiera). La maldita
tarjeta la ocupo de manera ocasional y recurro a ella cuando definitivamente no
alcanzo a llegar a fin de mes. Normalmente la ocupo en tiendas adheridas para
las colaciones de los chiquillos o para parar la olla. Me atormenta la cuota de
40 lucas. ¿Quién no tiene ese dolor de guata al deber alguna cosa? Trato de
olvidarlo en los instantes que lo recuerdo, sobreponiendo otros problemas que
tengo y también pienso que más me atormentaría deberle a mi vecina del almacén.
No deja de rondar por mi cabeza todo lo que está pasando en
nuestro amado Chile. No solo debemos lidiar con las catástrofes naturales
recién ocurridas, sino que también debemos lidiar con una manga de delincuentes
ya sea en el Poder Político y en el Poder Empresarial. Se han puesto a pensar
¿cuánto tiempo han estado haciendo lo mismo? Deben ser años de años y si bien
todos lo sabíamos, hemos sido una especie de espectadores, sin darnos cuenta
que es a nosotros mismos a los que están cagando. Cuantas veces el Señorito
Dávalos Bachelet, Luksic y demases deben haber hecho jugosos y suculentos
negocios en base a la especulación inmobiliaria, cuantos planes reguladores no
han de haber cambiado a su antojo para lucrar más y más, a cuantos terrenos se
les habrá subido sus precios para la especulación, mientras en los comités de
allegados y gente sin casa se les niegan sin pudor alguno. Si bien las
catástrofes han sido horrendas y han golpeado única y exclusivamente a
nosotros, el pueblo pobre de Chile, también lo veo como Justicia Divina.
Si La Pachamama no se hubiese manifestado, es probable que
ellos hubiesen seguido haciendo sus chanchullos. Podemos comprobar con esto que
la Clase Política, la Mala Clase Política no gobierna para nosotros, peor aún,
podríamos decir que es el empresariado quien nos gobierna. No ha sido la mejor
manera de despertar, pero el saco debía de romperse por algún lugar, aun no
despertamos en su totalidad, aun nos reímos de la desgracia y lo tiramos a la
talla, aun no nos afecta en el quehacer diario. Podríamos decir que han
cumplido su cometido… mantenernos adormecidos, espectadores de su show, no
hemos entendido que somos protagonistas de estos desfalcos que nosotros somos
los más afectados con las estupideces de ellos.
La verdad es que me encantaría que existiese un despertar
social y que las masas nos volcáramos a las calles, que los atrapáramos y los
envolviésemos en aluza en los postes de la capital, que los arrancáramos de sus
puestos y fuésemos nosotros quienes condujéramos este país. Quien mejor que
nosotros mismos, solo nosotros sabemos de todo lo que aquí carecemos. Por el
momento solo es parte de mis sueños y hasta el momento no ha llegado ningún
Andrónico ni Horst para comprarnos nuestros propios sueños. Nos está tocando
una vez más bailar con la fea, si, con esa señora media regordeta de cabello
rubio y lentes quien dice ser nuestra presidenta. Pero ya se destapó la olla.
Ellos deben estar con ese mismo dolor de guata que siente
uno al deber “la cuota”. Deben tratar al igual que nosotros, de sobreponer
otros problemas. La diferencia está en que ellos ya se dieron cuenta que al
menos por un tiempo de les acabó la gallinita de los huevos de oro, ya cacharon
que el agua les llego hasta el cogote. ¡Ahora es cuando!, elegimos a quienes
nos “gobiernan”, pero no hemos elegido como es que queremos como nos gobiernen.
Estos señores ya no supieron hacerlo y nos dejaron a manos de los empresarios,
creyendo que Chile es una empresa más y no un país. ¡¡¡Que se vayan todos, que
no quede ni uno solo!!!
(*) Javiera Rivas Fernandez
Dirigenta del Movimiento de Pobladores por la Dignidad
Militante Partido Igualdad